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Un nuevo paradigma a la hora de hacer negocios está creciendo en el mundo. No importa qué rubro o escala sea: ya sea una pequeña tienda, un taller de calzado o un estudio de diseño, las llamadas Empresas B se presentan como un nuevo modelo de gestión, amparados en conceptos como la transparencia y el compromiso social. El lema que resume este paradigma es que no se trata ser “el mejor del mundo” sino “el mejor para el mundo”.
En la práctica, esta tendencia tiene un impacto relevante en la forma de administrar el negocio. La razón es que la empresa que adhiera al paradigma no sólo deberá buscar rentabilidad económica, sino que, además, tendrá que generar un impacto positivo a nivel ambiental y social. La visión y misión cambian y eso requiere adaptar el negocio para que reúnan requisitos de calidad, no importa si se trata de una microempresa o una gran multinacional.
No sólo rentabilidad
Las empresas que son certificadas como ‘B’ responden a una serie de requisitos propuestos por B Lab, la entidad global sin fines de lucro que certifica “a toda empresa que esté dispuesta a generar un cambio en el mundo”. No importa la cantidad de empleados o la facturación, sino que tenga un equilibrio entre el rédito financiero y los aportes sociales y ambientales. En países como Estados Unidos, estas empresas también constituyen un tipo de sociedad específico, con incentivos fiscales.
En la Argentina, Sistema B es la entidad que representa a B Lab en Sudamérica. Los pilares de esta filosofía o modelo de negocio están en cuatro áreas de una empresa: Gobernanza, Trabajadores, Medioambiente y Comunidad. La certificación ‘B Corp’, como también se la denomina, se logra a través de un puntaje mínimo establecido, determinado en base a cuán cercanas sean las acciones con las cuatro esferas mencionadas.
La transparencia es uno de los valores clave para obtener esta certificación. Esta no es otra cosa que una revisión detallada de todos los procesos de una empresa que busca identificar posibles áreas de mejora y oportunidades para ser un agente de cambio. Lo que no quiere decir que la empresa sea perfecta en cada área, pero toman el compromiso de mejora continua. En pocos años, miles de empresas ya se certificaron, unas 400 de Sudamérica y 73 en Argentina, como Natura, Tonka, Noticias Positivas y Greca.
El rol de las certificaciones
La necesidad de garantizar la calidad en las empresas comenzó en las décadas de 1950 y 1960 en Japón. Con el llamado modelo de ‘Gestión de la Calidad Total’, las compañías de todo el mundo se iniciaron en el proceso de llegar a la máxima perfección posible en sus operaciones. Hoy, el camino más extendido para hacerlo es a través de las certificaciones. Existen miles en el mundo y varían según el país, el rubro y la escala de la empresa. Y la razón de su existencia se encuentra en las ventajas que tienen para quienes las ostentan:
La Organización Internacional para la Estandarización (ISO, por sus siglas en inglés) es una de las más reconocidas para otorgar certificaciones y determinar requisitos para los Sistemas de Gestión de la Calidad. Aunque lleve algo de tiempo y dinero alcanzarlas, es una inversión que en el largo plazo dará sus frutos. ¡Adelante!