Compartir
Hasta hace no mucho tiempo, los empresarios tenían dos opciones a la hora de conseguir un bien para su desarrollo productivo: comprarlo o alquilarlo. En la actualidad, existe una tercera alternativa: los préstamos vía leasing. Este instrumento financiero está en auge en la Argentina por diversas razones:
El también denominado “arrendamiento financiero” es un contrato mediante el cual la arrendadora se compromete a otorgar el uso o goce temporal de un bien al arrendatario (la empresa que lo solicita). A cambio, éste debe pagar una renta regular, llamada ‘canon’, que normalmente se abona en forma mensual. Esta cuota incluye una porción del valor original del bien, más el costo financiero y los gastos adicionales que se aprecien en el contrato.
Al final del plazo estipulado inicialmente, el arrendatario tendrá la posibilidad de comprar el bien a un precio ya establecido, devolverlo o ampliar el plazo del contrato. Para la operación, es determinante establecer a la firma del contrato tres elementos clave:
Si bien, desde el punto de vista financiero, el leasing es en definitiva un crédito, las tasas de interés suelen ser más atractivas que las de un préstamo tradicional. Esto sucede porque la entidad que ofrece el leasing mantiene la propiedad legal del bien hasta la finalización del contrato, lo que le otorga una garantía ante un eventual incumplimiento del tomador.
En la práctica, son las pymes las que más suelen hacer uso de las líneas de leasing. Lo hacen para planificar la compra de flotas de camiones, equipos para la construcción como grúas o tractores, maquinaria agrícola o hasta equipos médicos. La legislación vigente las hace muy atractivas, por diversos motivos. Uno de ellos son los beneficios contables. Por ejemplo, el canon a pagar puede considerarse como un gasto en un 100% de su valor, lo que permite reducir la carga sobre el Impuesto a las Ganancias. Por otra parte, hay una amortización acelerada del bien adquirido a través de leasing.
Esta alternativa es ideal cuando se requiere financiar la totalidad del activo a adquirir. Además, el leasing permite planificar la compra ciertos equipos industriales o tecnológicos no comunes, que en la práctica no pueden financiarse a través de líneas convencionales de crédito. O, si lo hacen, sólo se permiten con seguros que suelen ser costosos y encarecen el costo financiero total. En efecto, entre las ventajas en el acceso de estos activos productivos a través del leasing, se encuentra el pago de menores tasas por seguros y menos costos administrativos.
Estas son sólo algunas ventajas que tiene el leasing como opción de financiamiento. Desde el punto de vista impositivo, hay más beneficios: esta opción permite financiar el Impuesto al Valor Agregado sin costo, solicitarlo no tiene impacto en la Ganancia Mínima Presunta -ya que el bien adquirido es propiedad de quien otorga el leasing hasta el cierre del contrato- y genera un ahorro impositivo en el tributo a los débitos y créditos bancarios, ya que el dinero para comprar el activo no pasa por la cuenta corriente de la empresa.
Por último, puede mencionarse que no inmoviliza el capital de trabajo y sólo se efectúa el pago de la primera cuota o canon una vez que el proveedor entrega el activo adquirido. Con todo, el leasing es una alternativa que no hay que dejar de analizar a la hora de invertir en bienes para producir más y mejor.