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Ser dueño y gerente general de una empresa suele tener un mismo significado cuando se trata de pequeños negocios. Sin embargo, en todos los casos es conveniente aprender a dividir entre lo que les corresponde a unos, los dividendos, y a otros, los honorarios. En general, ambos términos se suelen confundir al punto que muchos emprendedores no distinguen las ganancias de una firma con los honorarios que deben cobrar por estar a cargo del día a día de la compañía. Aunque dueño y gerente sean la misma persona, cada concepto debe estar dividido para bien del negocio.
¿Pero cuánto debe cobrarse como gerente de una empresa y cuánto como dueño? La respuesta a esta pregunta tiene muchas aristas y depende de muchos factores. Por ejemplo, para un negocio que recién empieza, es normal que el dueño de la firma no espere cobrar utilidades de inmediato. Sin embargo, como gerente a cargo de las operaciones, es conveniente que se asigne un salario y que éste se compute como cualquier otro gasto dentro de las inversiones. En la práctica, muchas veces sucede lo contrario y por eso, calcular el salario y las ganancias no es tarea sencilla.
Calculando el salario
Si el tuyo es un emprendimiento personal, en el que sos el dueño inversor y el gerente a cargo del proyecto, lo más común es que pienses en no cobrar nada hasta que el negocio comience a dar sus primeras utilidades. Sin embargo, esto lleva consigo un riesgo: tarde o temprano vas a necesitar el dinero para vivir y, si no es con tu empresa, tendrás que conseguirlo en otro lado, lo que hará que te desconcentres en tu principal objetivo: hacer crecer tu negocio.
Por eso, muchos asesores de emprendedores recomiendan tener un salario desde el ‘minuto cero’ del emprendimiento. Lo ideal, es que este haber permita que tengas un nivel de vida aceptable y que puedas dedicarte a pleno durante los primeros meses del emprendimiento. Una buena idea es hacer una lista con los gastos mínimos que tendrás durante los primeros seis meses o un año y contabilizar ese dinero como monto de inversión o dentro de la estructura de gastos corrientes.
Cuando el negocio tenga un recorrido y un flujo constante de dinero, es momento de dar el gran salto de calidad: hacer que la empresa pague en tiempo y forma los salarios de quienes trabajen en ella, Incluidos los de los socios gerentes (refiere a salarios, masc)
Esto significa que, al menos en términos contables, el negocio pueda prescindir de tus servicios y contratar a un tercero para reemplazarte. Para eso, será necesario pagar salarios de mercado y, para conocerlos, hay que consultar con colegas o expertos que puedan indicar los salarios medios y beneficios que reciben personas con tus mismas cualificaciones para el mismo puesto, en una empresa de similar tamaño y ubicación geográfica.
Si en la compañía hay más de un socio y éstos tienen tareas y compromisos diferentes en el negocio que están creando, aprender a calcular los salarios es esencial para evitar discusiones. Los haberes deben estar en línea con la cantidad de horas trabajadas y tampoco es descabellado que unos cobren más que otros, si los salarios de mercado por ocupación son diferentes -por ejemplo, los puestos técnicos suelen ser mejor pagos que los administrativos-. Si la idea es cobrar montos ‘simbólicos’ al principio, o incluso se decida no cobrar nada, también deben diferenciarse según la dedicación que le brinden, contabilizando la cantidad de horas y los compromisos asumidos.
Calculando los dividendos
Luego de establecer parámetros sobre el salario, es el turno de fijar políticas de pago de utilidades: es decir, cuándo, cómo y quién cobrará las ganancias que reporte la empresa. En firmas con uno o dos socios suele ser común que los dueños interpreten que la totalidad de la ganancia completará el sueldo al final del mes o del trimestre. Estas prácticas suelen ser ruinosas para las compañías, ya que les impide crecer, al ‘desaparecer’ en forma constante las ganancias, sin que exista margen para reinvertir las utilidades o establecer fondos de contingencia.
Las empresas más establecidas suelen pagar sueldos de mercado a sus gerentes, lo que incluye un pago de bonificaciones por cumplimiento de objetivos, aunque sin que eso constituya un reparto de dividendos. Las utilidades, en cambio, son aprobadas y giradas en forma anual, en función de los resultados finales, una vez cerrados los balances contables. Una práctica establecida, incluso, transforma a los gerentes no propietarios en accionistas, al ceder cuota partes de la firma como compensación secundaria a su trabajo y una apuesta de un vínculo de largo plazo.
¿Pero qué pasa en los negocios pequeños o jóvenes? En estos casos, debe buscarse un equilibrio entre lo que los socios obtendrán de las ganancias y su voluntad de hacer crecer el negocio. En caso de que los socios gerentes ya cobren sueldos de mercado, lo ideal es que decidan reinvertir gran parte de las utilidades. En caso de tener sueldos ‘simbólicos’, se recomienda extraer los beneficios anualmente o por semestre. Hacerlo por mes o trimestre quitará liquidez a la empresa.
En cualquier caso, una práctica prudente es dividir las utilidades en tres partes iguales: un tercio se repartirá entre los socios según su participación en la inversión, otra parte se reinvertirá y, el último tercio se usará como fondo de contingencia. Lo principal es no dejar librado nada al azar y que tanto los honorarios como la división de beneficios se pauten con antelación. Solo así, al final de cuentas, se sabrá si la empresa logró sus objetivos.