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5 preguntas para elegir un socio ideal

4 de noviembre de 2021
¿Estás pensando en emprender con alguien más? Antes de embarcarte, te proponemos algunas preguntas guía para ayudarte a tomar la mejor decisión con respecto a tu socio.

El refrán ‘la unión hace la fuerza’ no puede ser más cierto en el mundo de los negocios. Es que, si tu objetivo es llegar lejos en un emprendimiento, reunir esfuerzos con un compañero es una buena idea. Elegir un socio no es una tarea fácil y es frecuente que disputas entre ellos afecten el negocio. Por eso, es clave reflexionar e investigar acerca de cuál es el mejor perfil de persona a la hora de elegir con quien compartir una aventura de negocios. Para comenzar, te proponemos estas preguntas para hacerse antes de elegir el compañero ideal:

1) ¿Por qué quiero que trabaje conmigo? ¿Qué necesito de él?

Esta pregunta habla más de uno mismo que de la persona que se elegirá. Para responderla, es preciso que nos conozcamos, identificando nuestras fortalezas y debilidades. De esta forma, afinaremos nuestra búsqueda de socio en base al complemento que nos pueda proporcionar. Uno de los ejemplos más comunes de esto se da entre un socio que produce y otro que vende. Es decir, tal vez seamos expertos en producir un bien o servicio, pero a la hora de sentarnos a negociar o a venderlo nos vemos disminuidos. Aquí entraría en juego nuestro ‘socio-complemento’: quien se aboque a vender lo que uno produce.

Esta pregunta es central a la hora de elegir un socio, porque lo primero que surge a la hora de pensar en un compañero es una persona con la que uno se siente bien o colegas con los que uno comparte una pasión. Esto podrá derivar en una situación cómoda, pero poco productiva a la hora de concretar el negocio. Lo ideal, es lograr una separación de tareas que favorezca la dinámica del emprendimiento.

2) ¿Cuál es su relación con las finanzas?

Este aspecto no busca discriminar a una persona por su situación económica actual, sino por sus impulsos o actitudes a la hora de relacionarse con el dinero. Es decir, nuestro socio puede ser una persona acaudalada o de recursos escasos; pero lo importante, en primer lugar, será revisar si cuidará o no el patrimonio de la compañía. Luego, es necesario transparentar qué compromisos financieros tiene el eventual socio, ya que así podremos anticipar qué decisiones tomará en el corto plazo. Por ejemplo, una persona sobrecargada de obligaciones, deudas y proyectos ajenos a la empresa que prometa poder manejar esos compromisos con un sueldo promedio, quizás no sea un socio estratégico para nuestro negocio. Ya que tarde o temprano necesitará cubrir sus necesidades financieras y destinará menos tiempo al emprendimiento.

En resumen, sin entrar en detalle sobre sus gastos personales, tener una visión general de sus necesidades financieras nos proveerá una valiosa información sobre sus prioridades.

3) ¿Cómo reaccionará ante situaciones inesperadas?

No hace falta ser psicólogo para determinar cómo serán sus reacciones. Para ello, debemos afinar el oído e implementar la escucha activa, observando más allá de las palabras: gestos, actitudes, lenguaje corporal y connotaciones. Al fin y al cabo, las personas somos un ‘libro abierto’ y cualquiera que tenga conocimientos sobre esto podrá “leernos” y adelantarse a nuestras reacciones. Un consejo es recurrir a su archivo de experiencias pasadas: ¿con qué personas ha tenido experiencias previas en proyectos? ¿cómo han sido esas vivencias? Familiares o socios anteriores serán una fuente de información valiosa que nos sabrán orientar, siempre y cuando sepamos hacer las preguntas adecuadas.

En este punto, lo que se buscará analizará es si, ante situaciones apremiantes, el futuro socio sabrá manejar los asuntos o, en cambio, reaccionará con ira o frustración.

4) ¿Compartiremos los mismos objetivos e intereses?

Debemos apuntar a dilucidar si nuestro socio está en condiciones de comprometerse con el emprendimiento en el largo plazo. Este quizás sea uno de los temas más delicados. Muchos expertos hablan de las relaciones entre socios como si fueran matrimonios. En ellos, más allá de la ‘química’, es necesario tener la intuición que, hacia el futuro, los proyectos de mediano y largo plazo seguirán siendo compartidos con tanto ímpetu como en el día del ‘sí, quiero’. En este sentido, no importa de qué tipo de negocio se trate, el compromiso deberá estar tanto en el corto como en el largo plazo. Esta pregunta es especialmente relevante de hacerse antes de emprender con amigos. Al principio, como una aventura, los socios suelen embarcarse con energía y dedicación. Aunque es común que los proyectos, objetivos e intereses vayan cambiando con el paso del tiempo.

5) ¿Cuál es su reputación?

Hay dos aristas a analizar en esta última pregunta. En primer lugar, es clave identificar qué piensa su entorno del socio; es decir, cuál es su reputación. Luego, sus condiciones personales. Quizás esa persona que estemos considerando para acompañarnos en el emprendimiento sea un profesional brillante, pero, en momentos en que el barco comience a llenarse de agua, contar con el apoyo de un compañero comprometido que no se arroje al océano con el único salvavidas, representa un ‘seguro’ para nosotros por demás valioso. Es que de poco sirve vivir una experiencia con un prestidigitador de los negocios o hábil comerciante si a la primera tentativa de fracaso que suceda abandona la empresa. Muchas personas parecen agradables a primera vista, pero indagar en sus valores nos permitirá conocer si será la mejor compañía en el largo plazo.

Elegir un socio ideal no es una tarea fácil. Requiere esfuerzo y mucha reflexión. Pero es una inversión muy valiosa a largo plazo. Por más difícil que parezca, hay que tener presente que mucho más complejo que elegirlo, es tener que independizarse de un socio con el que no se tenga buena sintonía.

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